spot_img

La publicación agraria líder

jueves, abril 24, 2025
spot_img
InicioOpiniónJosé Antonio Turrado"La remolacha es interesante, pero no a cualquier precio"

«La remolacha es interesante, pero no a cualquier precio»

Lo importante esta primavera es que el agricultor adopte sus decisiones con libertad, pensando en sus intereses. En modo alguno seremos los productores responsables de esos cataclismos que algunos siempre vaticinan si no se siembra remolacha

José Antonio Turrado. Asaja

El cultivo de la remolacha es especialmente interesante en Castilla y León, pero no es imprescindible o, dicho de otra manera, no es interesante a cualquier precio.

Por eso, por tener connotaciones especiales, ha sido siempre muy bien tratada por la política agraria en apoyos a la industria azucarera y en apoyos a la propia producción de esta raíz, todo hasta el punto de que, en el caso de Castilla y León, es con gran diferencia, y desde hace muchos años, el cultivo más subvencionado.

Sin negar el atractivo agrícola, porque con carácter general ha aportado un plus de rentabilidad, quizá lo que más ha movido a las autoridades a tenerlo en tanta consideración ha sido la generación de empleo, tanto empleos directos e indirectos en las azucareras, como empleos indirectos en las empresas de servicios a los remolacheros.

El repunte de precios en los mercados internacionales del azúcar, que las empresas trasladaron en cierta medida al precio de la remolacha, volvió a convertir en atractivo a este cultivo que hace tan solo tres años vivía horas bajas, que hacían pensar en su desaparición.

Precios altos acompañados de subvenciones generosas que llevaron a los agricultores a volver a sembrar, a sembrar más de lo habitual, o a iniciarse en el cultivo. En este último caso, iniciarse en el cultivo de la mano de AB Azucarera, con el modelo de cultivo compartido, donde esta compañía cometió excesos que ahora tienen sus consecuencias.

También ha jugado a favor del cultivo la condicionalidad de la PAC, que obligaba a rotar (ahora derogado), que obligaba a diversificar, o el ecorrégimen de rotación que obliga a cambiar de cultivo, cada año, en al menos la mitad de la superficie acogida.

Cuando todavía teníamos la resaca de precios y rentabilidades atractivas, se produce una fuerte caída del precio del azúcar en los mercados internacionales y las empresas, unas más diligentes que otras, se han apresurado a bajar el precio de la remolacha hasta comprometer la viabilidad del propio cultivo. Bajar el precio cuando además, por diferentes razones, el cultivo se está comportando agronómicamente mal y resulta difícil sobrepasar medias de producción de ochenta toneladas por hectárea.

A la vez, se encarecen los abonados, se encarecen las semillas, se encarecen las facturas de las empresas de servicios, y se suprimen tratamientos fitosanitarios que eran más eficaces y de más fácil aplicación.

Por otra parte, el agricultor está indefenso ante una negociación de precios donde nadie puede representarle, y tiene que ceñirse a aceptar o no lo que le ponen encima de la mesa. Acuerdo entre partes y los juzgados, no hay más intermediación, tan siquiera la de las autoridades agrarias, que son cautelosas no vaya a ser que aprieten tanto al fuerte que las amenace con que cierra los centros de trabajo. Claramente hay cláusulas abusivas en los contratos a las que alguien debería poner coto.

Ante esta situación, el remolachero se enfrenta a la campaña 2025 con muchas dudas sobre continuar o no con las siembras. Una la despejó recientemente la consejera, al liberar del cumplimiento de los compromisos agroambientales por causas de fuerza mayor –como la caída de precios–.

Otra es buscar alternativas de cultivo, y posiblemente todas sean malas: precios bajos del maíz y otros cereales, riesgo de sembrar más patatas, incertidumbres con las alubias… Dudas sobre la posibilidad de combatir con éxito las plagas y enfermedades de la remolacha y de poder alcanzar, al menos, unos rendimientos de 100 toneladas para poder ‘salvar los muebles’.

Dudas sobre si las lluvias constantes van a permitir hacer unas siembras en plazos razonables y tener el ciclo cerrado allá por octubre. Dudas sobre la conveniencia de hacer el contrato tradicional o hacerlo en la modalidad de cultivo compartido. Dudas sobre diversificar para diluir el riesgo, o apostarlo todo a una carta, todo a uno o unos pocos cultivos.

De todas formas, lo importante es que lo que haga el agricultor lo haga con libertad, pensando en sus intereses, y en modo alguno seremos los agricultores responsables de esos cataclismos que algunos siempre vaticinan si no se siembra remolacha. Porque si no se siembra remolacha, o se siembra menos, es simple y llanamente porque la industria azucarera es cicatera y lo quiere ganar todo ella.

NOTICIAS RELACIONADAS
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img