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sábado, abril 27, 2024
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Balance del año agrario: baja la energía y sube la burocracia en un 2023 muy difícil para el cereal

La sequía del primer semestre, el descenso de trabajadores o la EHE han sido algunos de los problemas que ha tenido que afrontar el campo, que, sin embargo, ha aumentado la renta anual

Termina un año agrario en el que los efectos del cambio climático y la introducción de la nueva PAC han marcado la actividad diaria de los profesionales. El primer semestre vivió una sequía tremenda, que provocó daños en los cultivos que no pudieron repararse con las precipitaciones posteriores. El mercado del cereal o el de los olivares han sido muy afectados.

Ha habido datos positivos, como la subida de la renta agraria -aunque con matices-, y el descenso en el precio de algunos insumos cruciales como la energía. Aun así, el campo sigue mirando con preocupación el aumento de las normativas y la aplicación de la PAC.

Aumenta la renta agraria

La renta agraria en términos reales durante el año 2023 ha experimentado una subida del 5,5% respecto a 2022, según la 1ª estimación de la renta agraria publicada por el MAPA. Si comparamos la renta agraria real de 2023 con la de la media de los últimos cinco años (2019-2023), podemos observar que se encuentra un 1,1% más alta. 

Sin embargo, si se observa la evolución en términos reales desde 2003, se puede concluir que, en 20 años, el sector ha perdido un 15% de la renta agraria en términos reales.

El aumento de 2023 se produce tanto por el ascenso del valor de la producción (que alcanza un nuevo máximo de la serie con 65.081 millones de euros), como por la caída del precio de los costes de producción, que fueron especialmente altos en 2022 por el estallido de la guerra en Ucrania. Sin embargo, no todos los sectores evolucionaron de la misma forma.

La producción vegetal descendió un 3,4%, debido a caída en el volumen producido (-11,7%), contrarrestada en parte por la subida de las cotizaciones (+9,4%). El comportamiento ha sido desigual por sectores.

Las caídas del volumen de producción se han situado en sectores como aceite de oliva (-59%), -un sector al que la sequía le ha afectado muchísimo-, cereales (-35%) o vino y mosto (-21%). En precios se ha dado incremento en aceite de oliva (+71%), plantas forrajeras (+36%), frutas (+13%), hortalizas (+9,5%) y patata (+7%). El sector de los cereales sumó a la caída de producción una fuerte bajada de precios (-24%).

En la producción ganadera se incrementa el valor un 13,4% debido al aumento de los precios en un 16,3%, mientras que el volumen producido ha descendido un 2,5% respecto a 2022. Los principales descensos productivos se han dado en ovino y caprino (-10%), y bovino (-7%), con incrementos en las producciones avícolas. Por otra parte, se ha dado un aumento generalizado en todos los productos, destacando: huevos (+30%), leche (+22%), porcino (+21%).

Cabe destacar también la influencia que ha tenido enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE), una enfermedad vírica infecciosa que ha afectado a las explotaciones ganaderas de manera fuerte en este 2023, especialmente de vacuno, sector en el que se han producido pérdidas importantes.

Costes de producción más contenidos que en 2022

Varios de los capítulos con mayor peso en los costes de producción de las explotaciones agrarias descendieron en su precio respecto a 2022: energía y lubricantes un -31,9%, fertilizantes un -27,4% y los piensos con un -1,3%.

Esta bajada se ha reflejado de manera paralela en el valor esas partidas, excepto en el caso de los fertilizantes en los que se ha producido un significativo aumento en la cantidad utilizada respecto al año anterior (+19%) que ha compensado la caída de la cotización.

También cayó el valor de servicios de intermediación financiera (-7,8%), productos fitosanitarios (-0,9%) y gastos veterinarios (-0,4%). Por el contrario, aumentó el valor de mantenimiento de material (+13,5%), semillas y plantones (+7,1%), servicios agrarios (+4,5%), mantenimiento de edificios (4,1%), y otros bienes y servicios (+2,5%).

Los piensos continúan siendo el capítulo más importante del total de costes de producción con un 56%, seguido de la partida de otros bienes y servicios (8,3%), fertilizantes (7,7%) y energía (7,6%).

Continúa el descenso del empleo en el campo

Retroceso del número de empleos en el sector (un 5,5% menos en 2023 frente a 2022, -42.600 UTA). En apartado no refleja la tendencia general al aumento de ocupados del conjunto de la economía española y, entre otras cuestiones, se puede señalar el impacto de los daños climáticos sobre las producciones que han derivado en una menor necesidad de mano de obra.

Fuente: COAG con datos del INE

El número de Unidades de Trabajo Agrario (UTAs) en el sector está un 6,6% por debajo de la media de los últimos 5 años, con acentúa la significativa pérdida de activos en 20 años (- 215.000 UTA). Como se puede observar en el siguiente gráfico, si bien la tendencia del número de ocupados de la rama agraria hasta 2007 fue más negativa que la de los ocupados totales, la pérdida de ocupados desde ese año fue menos pronunciada que el resto de los sectores económicos, pero en los últimos años, hay un claro estancamiento en la evolución en la agricultura y ganadería.

Quejas ante la nueva PAC y las leyes medioambientales

A finales del mes de diciembre de 2022 se publicó en el BOE un amplio paquete normativo para la aplicación de la nueva PAC en España. Se trata de una Ley y 19 Reales Decretos que establecen condiciones y requisitos para la actividad agraria que afectan entre otros a la nueva “condicionalidad reforzada”, el uso sostenible de fitosanitarios, la nutrición sostenible de suelos agrarios, el SIEX, REA y cuaderno digital de explotación, los nuevos eco-regímenes, etc.

Desde el punto de vista del agricultor y ganadero, se incrementan las exigencias, “y constituyen por sí mismas un impedimento para la viabilidad de la agricultura profesional e independiente”, indican desde la organización COAG.

En Asaja se manifiestan en la misma línea: “todos los cambios de la Política Agraria Común han generado controversia, pero esta PAC será recordada por el incremento de la burocracia, sin consenso con los representantes”.

Para ello, tanto las opas como las comunidades autónomas han solicitado flexibilizaciones que solo han llegado con cuentagotas y con la campaña 2023-2024 ya en marcha.

A todas las quejas sobre la PAC se une la generación de normativa ambiental que incide directamente en la actividad agraria, como por ejemplo la futura Ley de Restauración de la Naturaleza, la Ley de uso Sostenible de productos Fitosanitarias, la Estrategia de la Granja a la Mesa y el Pacto Verde Europeo.

“Cada vez más, el campo siente cómo se incrementa su distancia ideológica con los legisladores, que en muchos casos actúan con enfoques ideológicos y no sobre informes científicos y/o agronómicos”, critican desde Asaja.

“Existe el riesgo de alcanzar un colapso administrativo en el campo si la gestión se sigue complicando, de consecuencias imprevisibles para el tejido productivo y la propia producción agraria. Asimismo, se está generando un importante problema de inseguridad jurídica provocada por la complejidad regulatoria”, comentan en COAG.

Además, las organizaciones reclaman que se priorice al agricultor a título principal para la obtención de ayudas económicas, algo que, indican las opas, no está sucediendo.

La sequía lastra la correcta evolución de los cultivos

El escenario de sequía severa se ha extendido por toda la España seca, produciendo importantes pérdidas en diferentes tipos de cultivo. Con especial gravedad cabe destacar, por encima de cualquier otro, los daños en los cultivos de cereal en tierras de secano. Sufriendo pérdidas entre un 60 y 80 por ciento.

En cuanto a cuencas hidrográficas se ha visto fuertemente afectada la cuenca del Guadalquivir, recibiendo precipitaciones por debajo del 85% de la media histórica. La repercusión en esta cuenca ha sido tan elevada, que se han tenido que limitar fuertemente las dotaciones de agua, no pudiendo llevarse a cabo cultivos como el del arroz y hortícolas.

Cataluña también es una de las Comunidades Autónomas más afectadas sufriendo una situación de sequía de la que no hay antecedentes históricos, con una capacidad de embalse por debajo del 25% en toda la Comunidad. Ha sido necesario llevar a cabo, entre otras medidas, riegos de socorro para salvar los árboles. Al margen de las situaciones particulares, la situación es muy grave en todas las regiones lo que ha supuesto grandes pérdidas y se han visto afectados todos los cultivos, en especial el cereal.

La ganadería también se vio fuertemente afectada al encontrarse los pastos de primavera totalmente perdidos, provocando un fuerte aumento de los precios del forraje. La apicultura también cierra un año negativo, y suma dos años consecutivos con fuertes pérdidas.

Otro fenómeno que está siendo recurrente son las lluvias torrenciales a nivel general que en poco o en nada están ayudando ni al campo ni a la reposición de los embalses puesto que se están produciendo en zonas muy específicas además de los enormes daños que se están produciendo, como es el caso de la Región de Murcia.

Las lluvias de otoño han beneficiado especialmente a los cultivos leñosos, para evitar la pérdida del árbol y poder salvar algo la campaña, y a los sectores ganaderos por el enriquecimiento de los pastos.

No obstante, las precipitaciones en el presente año hidrológico en comparación con el valor medio de un año normal entre 1991 y 2020 es de un -18,8%.

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