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lunes, junio 23, 2025
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Agromillora impulsa la revolución de los leñosos desde Badajoz

El centro de la compañía en la localidad de Hernán Cortés produce cada año 20 millones de olivos y cerca de 4 millones de almendros. Su labor innovadora persigue obtener las plantas más adecuadas a las necesidades del agricultor

Ricardo Ortega

La superficie de cultivos leñosos no deja de aumentar en España y en países de su entorno, lo que obliga a depurar las técnicas de producción para obtener las mejores plantas en el menor tiempo posible.

En esa dinámica trabaja el centro de Agromillora en la localidad de Hernán Cortés, en Badajoz. Su responsable de Producción, Rubén Márquez, destaca que se trata de las mayores instalaciones de la compañía en el mundo, “dedicadas a la producción y comercialización de plantas de vivero de la máxima calidad genética y sanitaria”.

El material llega desde las instalaciones de Agromillora en Barcelona y se desarrolla hasta alcanzar tamaño comercial. El equipo multidisciplinar del centro se encarga de la clasificación, crecimiento, entutorado y expedición del producto finalizado para entregárselo al cliente.

Nuevos procesos

Las instalaciones llevan ocho años funcionando como centro de recrecimiento de planta, pero se van incorporando nuevos procesos, como el injertado de frutales. “Este año hemos injertado un millón de plantas de almendro”, recalca el responsable técnico.

Se desarrollan plantas de almendro autoenraizadas para secano, pero también su producto estrella, que son las plantas desarrolladas con patrones Rootpac 20, Rootpac R, Rootpac 40… para modelos en alta densidad. Los portainjertos desarrollados por Agromillora responden a las necesidades de un sector en constante evolución hacia la eficacia y la intensificación de las plantaciones.

14 millones de plantas

Las dependencias de la compañía en la localidad pacense tienen capacidad para albergar hasta 14 millones de plantas, que trasladadas al campo se convertirán en unas 7.000 hectáreas de cultivo.

El centro suma 17 hectáreas de terreno, 12 de ellas bajo plástico, donde se generan las condiciones de temperatura y humedad que requiere cada planta. Por ejemplo, el olivo crece en invernadero, mientras que el almendro lo hace en un espacio más sombreado. El techo de plástico se abre y se cierra de forma automática para regular la temperatura, con la posibilidad de conectar el sistema de calefacción.

Este año el flujo de plantas por las instalaciones será de unos 20 millones de olivos, mientras que la cifra de almendros rondará los 4 millones. Son cifras que se alcanzan mediante la rotación de todo el invernadero dos veces al año. “Tenemos dos ciclos de estaquillado al año”, confirma el responsable técnico.

Rubén Márquez, responsable del Centro de Producción de Badajoz

Condiciones de aclimatación

El módulo B01 es donde se deposita la planta que llega a las instalaciones. Es donde se dan las mejores condiciones de aclimatación. De allí pasan a la zona de tría, donde se realiza la clasificación y preparación. “Diariamente realizamos los trabajos que va necesitando la planta: labores de poda, de eliminación de hierbas, clasificación por altura, rebrotes…”. Con el tutorado, por ejemplo, lo que se pretende es buscar el crecimiento vertical de la planta y favorecer la luz y la aireación.

Una de las claves es la uniformidad: que el producto llegue al cliente con uniformidad. “De lo contrario unas plantas crecerían más que otras y sería un problema para las labores realizadas por el cliente”, recalca Márquez.

Trazabilidad

Otro de los pilares de su actividad es la seguridad y trazabilidad del producto. En las instalaciones conviven varios millones de plantas y, para evitar la mezcla varietal, «cada planta está identificada mediante un código identificativo con toda la información sobre la variedad de la que se trata, qué tareas se han realizado, quién las ha realizado, con qué injerto… por si hubiera un problema de enfermedad o de cruce varietal”. De este modo, además, el cliente sabe que el producto que ha comprado es lo que realmente se ha llevado.

La singularidad de este mercado es la estacionalidad del producto, con picos de demanda muy elevados a los que hay que adaptarse. Las limitaciones tienen que ver con el tiempo de crecimiento de cada especia y cada variedad, y el reto es adaptarse para producirlas en el menor tiempo posible y con las máximas garantías.

Las incidencias en el vivero son las mismas que se encuentra cualquier agricultor. Problemas de plagas, de enfermedades, de humedad, de riego. Es lo que marca el día a día de un equipo multidisciplinar que está en continua formación, en constante observación para conseguir el mejor producto final.

Innovación

El centro de Hernán Cortés también es un centro de investigación e innovación, en el que se realizan ensayos con el objetivo de producir la mejor planta al menor coste posible. Se busca innovar mediante sistemas de bandejas elevadas para mejorar la aireación del suelo o se prueban nuevos sustratos “para poder ofrecer la máxima calidad tanto genética como sanitaria”.

El equipo ensaya diferentes modelos, como el denominado ‘paper pot’, que ayuda a eliminar plásticos. Permite un óptimo desarrollo del sistema radicular, así como la minimización de pérdidas en la plantación. “Se trata de producir una planta que no requiera un vasito y no se genere un residuo. Estamos desarrollando esta fórmula para garantizar que la planta se desarrolla con total normalidad y, si todo sale tan bien como parece, iremos al mercado con un producto distinto pero con las mismas garantías”, anuncia el responsable.

Los planes de desarrollo de la empresa pasan por seguir creciendo y desarrollando ideas. Dentro de esa política se han adquirido tierras para un campo de pie madre para olivo. Desde allí “seguiremos sacando el material vegetal para obtener las plantas en el futuro”, destaca Márquez. “De aquí pasarán al centro de producción y conseguiremos incorporar nuevos procesos para seguir creciendo”, apunta. Una de las labores que ahora se realizan en otros puntos de España y que pasarán a hacerse en el centro pacense es el estaquillado (plantación con estacas).

Feedback

Una vez acabada la planta, se expide y se entrega al cliente. En numerosas ocasiones se realiza un acompañamiento al agricultor para ver si el producto está bien finalizado y para comprobar cómo se ha comportado en el campo.

“Salimos mucho para hablar con los distribuidores, con los clientes, para recibir esa información y ver dónde podemos mejorar”, destaca Rubén Márquez respecto a un proceso de ‘feedback’ o retroalimentación, que resulta de gran ayuda para su labor. De hecho, considera a su equipo el eslabón de una cadena “que tiene que ir bien engrasada y bien alineada”. Porque el acompañamiento incluye asesorar al agricultor para que haga una correcta preparación de suelo o para que plante cuando el tempero es óptimo.

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