Ricardo Ortega
Aunque no lo parece a simple vista, trabajar en el Barrio de la Estación de Haro, en la Rioja Alta, ofrece una perspectiva muy amplia sobre lo que significan la calidad y la sostenibilidad en el mundo del vino. Bien lo sabe Isaac Muga Palacín, director técnico de Bodegas Muga, que acaba de incorporarse al Comité Técnico de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), una entidad “de la que se habla poco pero que resulta fundamental para la cooperación en investigación científica y técnica”, como él mismo subraya. También es clave a la hora de establecer normas internacionales y procesos que aseguren el rigor de la producción vitivinícola.
La OIV proporciona a los países productores información para desarrollar normativas, minimizar los obstáculos al comercio y promover la producción sostenible, “si bien cada consejo regulador es autónomo a la hora de aplicar, o no, esas directrices”, apunta Muga.
Como integrante del departamento TECHNO de la OIV, contempla el cambio climático como un escenario completamente nuevo, que nos lleva por derroteros a los que nos tenemos que adaptar. “Si miras la historia siempre ha habido esa evolución, con la diferencia de que ahora debemos adaptarnos de forma mucho más rápida”, destaca.
Afortunadamente, el sector de la viña y la enología cuenta con el respaldo de la tecnología, “que nos ayuda en la gestión, en la toma de decisiones desde el campo hasta el embotellado”, y más allá.
“Sabemos mucho del viñedo y el vino, y yo soy optimista, pero aún no estamos preparados para contrarrestar los cambios que nos impone ese cambio climático. Todos los años tenemos tormentas torrenciales, granizo, heladas, a veces sequía… el clima nos gana la partida todos los días”, recalca.
Eso sí, “disponemos de unos medios tecnológicos que hace 20 años eran impensables. Gracias a ellos nos movemos hacia un cultivo más sostenible cada vez, y no solo en relación con la producción ecológica”. Gracias a esos avances “podemos hacer mucho, por ejemplo, para afrontar una sequía o para tener controladas determinadas enfermedades; es lo que nos permite ser optimistas”, recalca.
La investigación y la innovación tienen lugar tanto en laboratorio como en viñedo. Como en el caso de la obtención de nuevos clones, pies o variedades. Si bien es cierto que hay empresas vitivinícolas, como Muga, que mantienen prácticas de reproducción “a la antigua usanza”, con selección de plantas en viñedo viejo, “en el mundo del vino queda mucho por hacer” para hacer frente a retos como la sanidad vegetal o el cambio climático.
En ese sentido, “estamos a años luz respecto a cómo han avanzado otros cultivos, como el cereal”, entre otras cosas “porque nuestro cultivo no es anual y el proceso de ensayo-error es más lento”, recalca.
“Tenemos por delante el reto de seguir seleccionando variedades y subvariedades de uva, pero hay que tener en cuenta que solo en tempranillo existen miles de clones”, remacha.
¿Por qué cae el consumo?
La tendencia global es a que se vaya reduciendo el consumo de vino de año en año. “En gran parte ese fenómeno obedece a la moda de no querer consumir bebidas alcohólicas, pero es un fenómeno que hay que analizar”, advierte Muga, “porque si las nuevas generaciones no beben alcohol pero consumen bebidas energéticas con taurina, con elevadas dosis de cafeína, con azúcares concentrados… el contrasentido es evidente”.
Por eso hay que confiar en que esa moda de dar la espalda al vino cambiará, “sobre todo si incidimos en los mensajes positivos de que hacemos un producto que forma parte de la dieta mediterránea, que es saludable si se consume con moderación…”, punta. Y es que “no tiene sentido” que el vino esté en el mismo paquete que otras bebidas mucho más fuertes, como los destilados.
Para este enólogo y director técnico, “también es cierto que el consumo mundial está en cifras bajas porque la situación global no acompaña; si hay mucha gente con rentas bajas, hay que contar con que serán consumidores que eliminarán los productos superfluos, como el del vino: cuando te falta la nómina el vino sufre”, recalca.
En todo caso, “en los próximos años, si no meses, veremos una tendencia a mejorar, porque las cosas caen por su propio peso”.
Estabilidad en los mercados
Para la recuperación de las cifras de consumo el sector necesita certidumbre, estabilidad. “Cuando eso regrese volveremos a una situación de crecimiento”, señala el técnico de la OIV, para quien “la diplomacia tendrá su papel, tanto por parte de EEUU como de la UE. Ya lo vivimos en el primer mandato de Donald Trump y la situación volverá a hallar su punto de equilibrio”.
El gigante norteamericano es el cuarto mayor productor de vino del mundo y también es el principal consumidor, de modo que su producción no es capaz de abastecer la demanda interna. Por esa realidad, “los aranceles van a perjudicar a su propio consumidor, que además es aficionado al vino de calidad”.
“Trump es Trump, y nos acabaremos acostumbrando a su forma de negociar”, señala en relación con las duras amenazas del dirigente norteamericano para sentirse fuerte ante un proceso de diálogo. “Aún nos quedan unos meses de incertidumbre”, vaticina. De hecho, España compra más a EEUU que los que este le compra a nuestro país, con lo que “no tendría sentido” perjudicar a España al establecer un nuevo marco de relaciones.