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domingo, julio 20, 2025
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¿Cuánto vale un agricultor?

El productor del siglo XXI es un profesional ducho en numerosas disciplinas que combina conocimientos técnicos, científicos y económicos para cultivar con precisión, sostenibilidad y rentabilidad. Un empresario con una visión de 360 grados

Emilio González

¿Alguna vez has pensado en quién está detrás de lo que comes cada día? Seguramente sí, aunque sin darle demasiadas vueltas.

El agricultor, esa figura tan presente en nuestra vida y tan invisible muchas veces, sigue teniendo un lugar olvidado; está ahí, todos dependemos de él, pero pocos saben realmente cómo vive o qué hace cada día.

En pleno siglo XXI, el agricultor moderno no es solo un trabajador del campo, es un profesional multidisciplinario que combina conocimientos técnicos, científicos, económicos y tecnológicos para cultivar con precisión, sostenibilidad y rentabilidad.

Lejos está ya la imagen romántica del labrador tradicional, que lograba aumentar la rentabilidad de su explotación a base de esfuerzo físico y horas bajo el sol. Esa etapa hace años que desapareció.

Hoy, quien cultiva la tierra lo hace con una preparación técnica y una visión estratégica digna de cualquier CEO de empresa multinacional. Y no exagero. El agricultor contemporáneo se ha convertido en un experto integral que domina múltiples frentes.

Pero quizás, esta realidad no se corresponde con la imagen que gran parte de la sociedad tiene de un agricultor. Por eso creo conveniente repasar algunas de las capacidades que caracterizan a los agricultores del 2025.

Conocimiento del terreno

Ser agricultor es conocer tu tierra. No se trata solo de arar y sembrar, sino de entender la composición del suelo, sus niveles de pH, capacidad de retención de agua, estructura física y microbiología.

El agricultor moderno maneja sistemas de agricultura de precisión, interpreta datos de laboratorio, de sensores, de muestreos georreferenciados, de análisis espectrales. Todo para gestionar eficientemente cada metro cuadrado de manera pormenorizada.

Adaptación climática

Todos consultamos el tiempo en el móvil. Pero los agricultores van más allá, configuran estaciones meteorológicas virtuales y analizan modelos climáticos. Saben interpretar variables como precipitación acumulada, grados-día, humedad relativa y radiación solar para tomar decisiones clave y adaptar de manera inteligente su calendario de siembras, cosechas, tratamientos fitosanitarios o riegos.

Y es que, con el cambio climático encima de nosotros, los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes. Sequías, heladas tardías o tormentas intensas son una realidad. Por eso, los agricultores diseñan estrategias de resiliencia: eligen cultivos más resistentes, buscan ciclos productivos favorables y hasta instalan paneles solares o sistemas de riego eficientes para adaptarse a este nuevo escenario.

Agricultura sostenible

Las crecientes exigencias de la Política Agrícola Común (PAC) en materia de sostenibilidad han propiciado que el agricultor del 2025 no solo se centre en producir, sino que también sea un gestor ambiental destacado. Aplica prácticas de conservación de suelos, promueve la biodiversidad, reduce emisiones de CO₂ e integra cultivos dedicados específicamente a favorecer el medio ambiente.

Además, muchos están apostando por modelos aún más responsables, como la agricultura ecológica, orgánica o regenerativa. Y aunque el sector agrario es uno de los más exigidos en materia ambiental, también es uno de los que más rápido está respondiendo a estos retos.

Planificación financiera

Contrario a lo que muchos piensan, los agricultores modernos no financian sus actividades profesionales a base de subvenciones o ahorros personales.

La viabilidad económica de una explotación agrícola depende tanto de la productividad como de una planificación financiera adecuada. Cada vez más, los profesionales del sector recurren al asesoramiento especializado y acceden a paquetes de financiación adaptados a las particularidades del mundo rural.

Además, manejan indicadores financieros clave: márgenes de beneficio, costes de producción, ratios de rentabilidad y por supuesto, negocian las compras de insumos, fijan los precios de venta de las producciones, contratan seguros… En definitiva, hacen lo mismo que cualquier otro empresario… ¡pero bajo el sol!

Conocimientos técnicos

Una buena noticia es que los jóvenes que se incorporan profesionalmente al sector agrícola y ganadero suelen contar con una formación universitaria específica o vinculada al mundo rural. Esta base académica les permite reducir significativamente los tiempos de aprendizaje que anteriormente solo se adquirían tras años de experiencia en el campo.

Tanto los más jóvenes, como los agricultores más veteranos, comparten una serie de conocimientos técnicos sólidos: dominan conceptos relacionados con la genética vegetal, la producción y selección de semillas, así como el uso eficiente de compuestos químicos y materias activas, cuya correcta aplicación puede marcar la diferencia entre una campaña exitosa y una temporada mediocre.

Mecánica, tecnología y eficiencia energética

Un agricultor, en plena campaña, no puede depender de la disponibilidad de un taller mecánico. Los imprevistos suceden a las horas más inoportunas. Por eso, un agricultor moderno debe saber manejar, mantener y reparar su maquinaria, tractores y sistemas de riego automatizados… En la medida de lo posible.

Están familiarizados con la automatización de tareas, como programadores de riego inteligentes o válvulas controladas por aplicación móvil. Los Drones han pasado rápidamente a formar parte del día a día de nuestros agricultores, quienes acuden en masa a realizar los cursos de pilotaje para obtener las pertinentes licencias para un correcto manejo y aplicación de productos permitidos.

La revolución digital también ha llegado al campo con fuerza. Los agricultores utilizan software de gestión agrícola, aplicaciones móviles para el control de parcelas, mapeos satelitales de múltiple espectro para monitorear cultivos, sensores que proporcionan todo tipo de parámetros y sistemas de telemetría en la maquinaria. Todo ello junto con las herramientas para interpretar los enormes volúmenes de datos que genera cada dispositivo.

La energía representa un porcentaje importante del coste total de producción. Por eso, muchos agricultores han apostado por la instalación de paneles solares, molinos eólicos o sistemas de biogás. Esto les permite reducir gastos, aumentar su independencia energética y contribuir a una agricultura más sostenible.

Capacidad humana

La gestión de recursos humanos no es fácil, pero es fundamental para el éxito de una explotación agraria. Un agricultor moderno desarrolla capacidades para liderar equipos de temporeros, coordinar empresas de servicios externos, contratar proveedores de tecnología agrícola y colaborar con otros productores en cooperativas o agrupaciones.

Los agricultores trabajan diariamente sus habilidades de comunicación, liderazgo y motivación. Además, debe estar al día en normativa laboral, condiciones de seguridad y derechos de los trabajadores agrarios.

Relevo generacional

No hay duda: el agricultor del siglo XXI es mucho más que un simple productor. Es en parte un técnico, un ingeniero, un economista, un gestor ambiental, un informático, un mecánico, un líder y un emprendedor. Su formación es continua, su adaptación constante y su compromiso, vital.

Pero, a pesar de su complejidad y del papel estratégico que desempeña en nuestra sociedad, su figura sigue siendo infravalorada por gran parte de la población. El desconocimiento generalizado sobre lo que realmente hace un agricultor moderno ha generado una brecha entre el campo y la ciudad, entre quien produce y quien consume.

Los jóvenes no se acercan a sectores que perciben como obsoletos, mal remunerados o poco reconocidos. Pero si cambiamos la percepción y mostramos el campo como un entorno dinámico, innovador y lleno de oportunidades, muchos más talentos jóvenes querrán apostar por él.

No como herencia familiar, sino como elección profesional consciente.

Es hora de mostrar al gran público una cara más real: la de un profesional altamente cualificado que maneja tecnologías punteras, toma decisiones empresariales complejas y responde a retos globales como el cambio climático, la seguridad alimentaria o la descarbonización.

Necesitamos contar mejores historias. Historias que muestren al agricultor no como un personaje del pasado, sino como un protagonista del futuro. Profesionales que combinan pasión por la tierra con conocimiento científico, tecnología avanzada y visión empresarial.

Como periodistas especializados en el sector agrario, tenemos no solo la oportunidad, sino también la responsabilidad de dar a conocer esta realidad. Porque detrás de cada plato de comida, hay un profesional altamente cualificado que cuida la tierra, respetando el medio ambiente, usando tecnología avanzada y enfrentándose a desafíos globales como pocos sectores pueden hacerlo.

Y si queremos garantizar que ese plato siga llegando a nuestras mesas en los próximos años, debemos asegurarnos de que haya nuevos agricultores dispuestos a tomar el relevo. Con vocación, con preparación… y con reconocimiento.

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