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lunes, abril 29, 2024
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El sector de la patata trabaja para repetir la superficie de 2023 pese a la escasez de semilla

La Jornada de la Patata de la Revista CAMPO, celebrada el 26 de enero, daba el pistoletazo de salida a la campaña de siembras en la mitad norte de España. Hay un 20% menos de semilla, pero el agricultor sigue apostando por el cultivo en un año de gran demanda de este alimento

Ricardo Ortega

El sector de la patata siempre parece herido, sometido a nuevas amenazas, pero cada año vuelve a demostrar que es capaz de sacar adelante un cultivo que es seña de identidad, motor de desarrollo y garantía para que siga habiendo vida en los pueblos.

Este año el reto parece llamarse patata de siembra, con una reducción del 20% de la semilla disponible. Y con dudas sobre si se podrán atender las necesidades del agricultor.

Javier Boceta, director de Meijer Ibérica, subraya que la amenaza del desabastecimiento es real. El año pasado las grandes zonas productoras europeas de patata de siembra se vieron afectadas por fuertes lluvias que retrasaron la siembra. Para colmo de males, las elevadas temperaturas de junio y julio impidieron que la tuberización fuera normal.

Así las cosas, este año la UE cuenta con una menor superficie de patata de siembra, aunque con una mayor producción de tubérculo destinado a semilla, ya que es muy difícil que se dé el mismo cúmulo de condiciones adversas que en 2023.

Al analizar la situación hay que tener en cuenta que el coste de cultivar patata de siembra se ha incrementado entre 700 y 1.200 euros por hectárea.

Un problema estructural

La escasa disponibilidad de semilla de patata no es exclusivamente un problema de este año, “sino que se trata de un fenómeno estructural”, según Boceta.

Una de las causas está en la normativa comunitaria, que prohíbe el tratamiento de la patata de siembra con insecticidas para evitar el vuelo del pulgón. Las únicas materias activas autorizadas están basadas en aceites minerales, que son insuficientes.

Para evitar la presencia del pulgón son cruciales las condiciones ambientales, de modo que para producir patata de siembra en España hay que buscar las tierras más elevadas y frescas.

Fuera de España, las grandes zonas productoras están situadas en el norte de Francia y en el entorno de los Países Bajos, donde son más favorecedoras las temperaturas y los vientos del Atlántico.

Estas dificultades técnicas y el incremento de costes están llevando a muchos productores de patata de siembra a pasarse a la patata de industria, que ahora mismo ofrece condiciones de rentabilidad.

“La solución a esto solo puede pasar por que la Unión Europea reconozca que se ha equivocado y dé marcha atrás”, recalca Boceta, porque con su política actual “la UE no solo se está haciendo el harakiri, sino que está perjudicando a muchas áreas poco desarrolladas, como es el caso de África”, que es deficitaria en patata de siembra.

Las variedades libres son las que dan menos rentabilidad y son ellas precisamente las que van a los países africanos. “Europa solo despertará cuando se produzca una hambruna en esas zonas”, vaticina el responsable de Meijer.

Gusano de alambre

La reducción de las materias activas autorizadas tiene efectos muy visibles en otros momentos del cultivo, como con el gusano de alambre. Es una plaga que sigue creciendo y que va a llevar a muchos productores de patata a abandonar el cultivo.

Evidentemente, es mucho lo que se puede hacer contra el gusano realizando una rotación adecuada y con otra serie de buenas prácticas, si bien los pases necesarios son tan numerosos que resultan muy costosos, tanto en términos económicos como de emisiones a la atmósfera.

Se da la paradoja de que, en el mercado español, una parte del año se sirve un producto excesivamente caro por la cantidad de regulación existente en la UE.

El resto del año se trae patata de fuera, tratado con productos prohibidos por la Unión Europea, “lo que perjudica al agricultor, pero es que además constituye un verdadero fraude para el consumidor”.

¿Alguna buena noticia?

El responsable de Meijer no se considera contrario a las importaciones, pero sí a “hacer trampas” y a traer un producto que no se podría obtener dentro de los límites de la UE. ¿Y cómo es eso posible? Porque se trata de productos autorizados por entidades multinacionales, como la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT, en sus siglas en inglés).

Así se lo dejó claro un informe de la Comisión Europea al Parlamento Europeo y al Consejo Entonces, ¿qué buenas noticias se pueden dar? Para Javier Boceta, “lo único bueno es que la Unión Europea es una parte muy pequeña del mundo y no ha conseguido que los demás la imiten. “Los iluminados solo están en la UE”, subraya. “Pero es un fraude y los técnicos, igual que los políticos, deberían ser conscientes de ello”.

Algo así ha sucedido en EEUU, donde la Agencia de Protección Ambiental (EPA) había prohibido el uso de un popular insecticida (clorpirifos) sobre cultivos alimentarios. El 2 de noviembre el Tribunal de Apelaciones anuló la prohibición, en una sentencia en la que se subrayaba que la EPA no había tenido en cuenta las conclusiones de sus propios científicos sobre los usos de los clorpirifos, al determinar la “seguridad y eficacia” del producto. Los clorpirifos siguen prohibidos en la Unión Europea.

Buenas siembras en Andalucía

Las siembras se han producido a buen ritmo en Andalucía. El número de hectáreas será similar al del año pasado, si bien Javier Boceta se muestra muy optimista respecto a la campaña, en términos agronómicos. También desde el punto de vista comercial, “con un producto muy demandado y con un sector que se ha organizado y que rema en la misma dirección”.

Cosa diferente es constatar que los costes de producción “se han disparado” y que la campaña siempre se ve sometida a la espada de Damocles de la meteorología.

En la provincia de Sevilla la ‘ventana’ para cosechar no llega al mes y medio, entre principios de mayo y mediados de junio, de modo que si entra una borrasca el 1 de mayo y otra en torno al día 15 “nos podemos despedir de la campaña”. Más allá del 15 de junio la patata no aguanta en el campo como consecuencia de las altas temperaturas.

¿Habrá agua en el sur?

Asociafruit agrupa a productores y exportadores de frutas y hortalizas de Andalucía. Marco Román, presidente del sector de la patata de la entidad, destaca que las lluvias han sido continuadas en la comunidad autónoma y han frenado las siembras, pero la previsión es que toda la patata esté sembrada en febrero.

Los embalses no ganan nivel con el agua caída, pero en general el productor no va a carecer de agua. “En Andalucía el cultivo sale adelante a poco que caigan dos o tres chaparrones, con un mínimo apoyo por parte del agricultor”, destaca.

El agricultor que riega con agua de un canal es el que más acusa la falta de agua, pero los que cuentan con un pozo o una balsa propia las tienen garantizada.

La clave, una vez más, reside en la eficiencia. Entre el 60 y el 70% del agricultor patatero apuesta por el riego por goteo, un sistema que permite ahorrar el 30% del agua, además de reducir el consumo de energía eléctrica. “Aunque sea un sistema algo más caro que la aspersión, compensa con creces al agricultor”, destaca.

Una demanda “brutal”

El dato más positivo de la campaña es que existe una demanda “brutal” de patata y todo tipo de hortaliza de raíz, tanto en España como en los mercados internacionales.

Los ataques de Israel sobre Gaza y el conflicto con las milicias hutíes de Yemen, que cierran el tráfico por el mar Rojo, ha puesto patas arriba el mapa de la logística mundial y ha hecho que se disparen los gastos de transporte. La consecuencia inmediata es que se están multiplicando los pedidos de patata y hortaliza, así como las consultas sobre si habrá producto disponible.

Se incrementan las ventas de patata a países como Dinamarca o Alemania, e incluso Francia. Román apunta que la relación con el país galo ha estado cerca de quince años marcada por su capacidad para conservar el tubérculo, con lo que inundaba el mercado español cuando aún no había finalizado la campaña en la península. “De algún modo, eso está finalizando y se está regresando a la situación tradicional, en la que se vendía patata a Francia desde el sur de España”, subraya.

¿Semilla? En el sur se ha notado la escasez, pero al ser de las primeras zonas productoras de Europa el problema se ha amortiguado. “Otra cosa sería si pidiera ahora un camión de patata de siembra, porque lo tendría difícil”, recalca.

“De hecho, esta va a ser una buena oportunidad para probar variedades a las que no estamos acostumbrados. Una ocasión para que España afronte la asignatura pendiente de conquistar una mayor independencia en relación con la patata de siembra. Hasta ahora dependemos de países, como Holanda, que tienen sus prioridades, mientras la agricultura española tiene las suyas propias”, remacha.

Patata por toda la Región de Murcia

Las siembras comenzaron el diciembre en la Región de Murcia, donde a pesar de las dudas sobre el agua disponible se repite el número de hectáreas.

La producción ya no se concentra exclusivamente en el Campo de Cartagena; por el contrario, la zona de cultivo se ha extendido por la comunidad autónoma hacia el Este, en dirección a Almería, y hacia el Norte, cada vez más cerca de la provincia de Alicante.

Además, han sido muchos los productores que han cambiado los ciclos largos por ciclos más cortos, para adecuarse a las circunstancias.

“Un panorama complicado”

Mónica Ortega, responsable de Germicopa, prevé una campaña de siembras similar a la del año pasado en el conjunto de España, si bien con los factores en contra de los costes de producción y la escasez de semilla.

“Si somos capaces de suministrar patata de siembra al agricultor, se sembrará una superficie similar a la de 2023, pero estamos ante un panorama complicado”.

Ortega apunta que en las zonas productoras de semilla la tuberización fue deficiente, con el factor añadido de que se han rechazado muchos lotes por la presencia de insectos.

La superficie de cultivo también se verá influida por la competencia de otros cultivos. En comunidades como Castilla y León puede notarse que algunas hectáreas que podrían destinarse a patata se pasen a la remolacha, “dado el auge de este cultivo en los últimos años”.

La semilla española, igual

Alfonso Alonso, presidente de la Asociación de Productores de Patata de Siembra (APPSE), apunta que los cultivadores españoles de ‘semilla’ se enfrentan a los mismos problemas sanitarios que los del norte de Europa.

En su opinión, el ‘quid’ de la cuestión es que en España se trabaja con un reglamento de sanidad vegetal “que ya tiene muchos años” y desde cuya aprobación se han producido hechos muy importantes, como la desaparición de materias activas autorizadas por la UE como insecticidas.

El resultado es que muchos agricultores van dejando el cultivo, dado que cada vez tiene más costes, es de peor calidad y da más problemas.

Los clientes habituales de las compañías agrupadas en la asociación ya están realizando sus pedidos y cargando camiones de semilla. También reciben llamadas de productores que no son clientes habituales, que ven cerradas otras vías para adquirir patata de siembra ante la situación creada. “Nuestro problema es que no podemos atender esas solicitudes porque debemos dar prioridad a nuestro plan de siembras”, subraya Alonso.

En todo caso, para él la situación problemática no se limita a este año ni a la cuestión de los insecticidas, puesto que es anterior y merece un análisis de conjunto. “Nuestros socios van a intentar mantener la actividad, pero es inevitable que se reduzca la superficie de cultivo porque no existe el relevo generacional”, lamenta.

¿Partir el tubérculo para sembrar?

Yolanda Medina, de CARSA, forma parte de Asopocyl y de la Interprofesional de la Patata. Apunta que a fecha de 15 de enero existía un 20% menos de patata de siembra que el año pasado para atender las siembras de Castilla y León, con unos operadores y agricultores muy pendientes de las cifras que ofrezcan las casas de semillas. Hay miedo de no poder atender todos los compromisos.

Menos semilla de patata, pero con mayor calibre que otros años. Si habitualmente el calibre máximo que se emplea en Castilla y León es de 50 milímetros, este año se ofrecen calibres de 55 y 60, y hasta de 65.

Todo ello hace previsible que el agricultor retome la antigua práctica de partir el tubérculo antes de enterrarlo. Es una práctica que se daba por abandonada en gran parte de la geografía regional, aunque hay zonas, como Salamanca, donde todavía era relativamente habitual.

Medina achaca la menor cantidad de patata de siembra a que en 2023 el proceso de tuberización se vio alterado por unas temperaturas “inusualmente altas” en las principales zonas productoras. Además, se partía de una superficie dedicada a patata de siembra que había caído un 6% respecto al año anterior.

Proliferación de insectos

Esas mayores temperaturas tienen un segundo efecto, de consecuencias aún más importantes: se dan las condiciones para una mayor proliferación de insectos, lo que ha venido a coincidir con la eliminación de insecticidas por parte de la Unión Europea.

Como consecuencia, los inspectores que deben certificar patata para su uso como semilla han rechazado numerosos lotes.

Esas desclasificaciones no han impedido que continuaran las exportaciones de semilla certificada a otras zonas productoras del mundo, como las de Asia y África, de modo que la cantidad disponible ha ido reduciéndose hasta el punto de que, con la cercanía de la campaña de siembra, sobre la mirada del sector hay un velo de preocupación.

“Las casas de semillas están en el punto de no poder atender sus compromisos”, apunta Medina, con un fenómeno que se da de forma paralela: el incremento del precio de esa semilla.

Carrefour rompe con Pepsico

De vez en cuando se produce una noticia que altera el mapa del cultivo en España. Como la decisión de Carrefour, conocida recientemente, de no comercializar productos de la compañía Pepsico como consecuencia del incremento de sus precios.

Yolanda Medina recuerda que llevamos varios años con un incremento importante de los costes de producción del agricultor, con repercusión en los operadores y la industria.

“Es algo que se debe tener en cuenta respecto a esa subida de precios, del mismo modo que debemos atender al hecho de que Pepsico es una compañía con una gran responsabilidad social y ambiental, que ha trenzado una relación muy estrecha con el agricultor a lo largo de los años, con certificaciones propias muy exigentes que aplica a agricultores y proveedores, y con una labor investigadora muy relevante, por ejemplo, en materia de variedades de patata”, destaca.

Es una responsabilidad que lleva a la compañía incluso a una labor vigilante respecto a los derechos laborales de los empleados, propios y de las compañías con las que trata, que en el llamado ‘primer mundo’ presta atención a cuestiones como las horas extras realizadas, pero que en los países en vías de desarrollo realiza una labor de prevención respecto a cuestiones como el trabajo infantil.

En cuanto a su responsabilidad ambiental, Medina destaca que Pepsico es la única empresa que compensa al agricultor por el empleo de nitrógeno verde, decisión adoptada en el marco de un acuerdo con Fertiberia y que supone invertir “el doble” que en un abono convencional.

En la misma línea, tres años antes de que la PAC fomentara el cultivo de leguminosas, Pepsico ya pagaba al agricultor la semilla de la leguminosa que se sembraba en parcelas que al año siguiente serían de patata.

Lo que no está claro es cómo puede afectar al sector patatero de Castilla y León la nueva situación de una compañía que compra en la comunidad entre 70.000 y 100.000 toneladas de patata al año, a lo que cabría añadir lo adquirido en otras zonas productoras de España y Portugal. 

Ganas de repetir cultivo

Interagro ya está planificando las siembras de patata en Castilla y León, después de dos años con una rentabilidad elevada.

Hay ganas de repetir cultivo, aunque desde la compañía estiman que la superficie controlada este año puede verse reducida entre un 5 y un 7%.

“El motivo principal radica en la edad media del agricultor, que se va a cercando a la jubilación y que opta por cultivos más llevaderos, menos exigentes que la patata”, apunta Emiliano Marcos, responsable de la compañía en la región.

En la reducción de la superficie de cultivo también puede influir, además, la competencia de otras producciones, como la remolacha azucarera, la remolacha roja, el maíz dulce o la cebolla de industria.

Se trata de cultivos bajo contrato, “con una rentabilidad más o menos asegurada”, mientras que en la patata muchas veces el agricultor prefiere ir por libre y jugársela a la hora de vender.

Marco de plantación

Emiliano Marcos también apunta a la reducción de las existencias de patata de siembra como uno de los principales retos del sector para este año. “Con unos tubérculos que, además, poseen un calibre mucho más grande que otros años”, destaca.

Ante esto, los agricultores tienen varias opciones. Una puede ser la de trocear la ‘semilla’, mientras que habrá quien opte por sembrarlas directamente, si bien abriendo el marco de plantación.

“¡Era el lobo de verdad!”

El agricultor Alberto Duque es el nuevo presidente de la Interprofesional de la Patata de Castilla y León. Destaca que hace semanas se empezó a hablar de escasez de semilla de patata, lo que en el sector sonaba a estrategia comercial para comprometer la venta. “Pero resultó que nadie amenazaba con un ‘que viene el lobo’, sino que era el lobo de verdad, y ya está aquí”, advierte.

Duque avisa de que para la campaña de siembras en Castilla y León hay poca semilla, y muy cara, hasta el punto de que el gasto de sembrar una hectárea de patata se puede incrementar más de 500 euros.

Exportaciones

Por todos los factores analizados hay escasez de patata en Europa y ya se están haciendo pedidos a los productores del sur de España. El panorama es tal que la industria europea está demandando patata de consumo para poder seguir trabajando.

El consumidor español encuentra en el lineal del supermercado patata francesa y también española. Duque destaca la presencia de abundante verdete española en el mercado, procedente sobre todo del Campo de Cartagena y de determinadas zonas de Andalucía. Para el agricultor la ventaja de este tubérculo es que los costes de producción son de unos 2.000 euros por hectárea menos que respecto a otras patatas.

¿Cuánta patata se sembrará este año?

Para el presidente de la Interprofesional es difícil de saber cuánta patata se sembrará este año, puesto que las casas de semillas, que otros años hacían sus estimaciones, ahora mismo no saben cómo se traducirá la patata de siembra existente en hectáreas de cultivo.

También hay que tener en cuenta que muchos agricultores de cierta edad van dejando el cultivo e inclinándose por otras producciones más sencillas de llevar.

La patata que demanda el mercado

En este estado de cosas, se va obviando la importancia de la fertilización, “que queda en segundo o en tercer plano en la mente del agricultor”. Así lo dice José Ángel Cortijo, responsable de Fertiberia para el noroeste de España, para quien este olvido “puede tener consecuencias importantes para el cultivo”.

Cortijo siempre ha defendido el abonado “racional y equilibrado”, que debe realizarse en función del análisis de suelo, de la variedad sembrada, del destino que se va a dar al tubérculo y de cuestiones como la rotación que se ha dado en la parcela.

En el caso de este año, no se puede desdeñar el papel que puede desempeñar la fertilización para conseguir una rápida implantación del cultivo y un adecuado desarrollo de la raíz. “Como nos sucede a los humanos, una planta bien desarrollada y bien alimentada estará en mejores condiciones para afrontar cualquier tipo de incidencia, incluidas las derivadas de cuestiones sanitarias”, subraya.

“Tenemos en nuestra mano, mediante el abonado, que los cultivos empiecen a trabajar lo antes posible y con la mayor fuerza posible”, remacha.

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